A PROPÓSITO DE LA SITUACIÓN ACTUAL
“La unidad por la fuerza no vale para nada; se disipa como apariencia en la catástrofe. La unanimidad conseguida por medio del diálogo y de la comprensión mutua conduce a una comunidad que es capaz de mantenerse firme” Karl Jaspers
Podría parecer de Perogrullo preguntar quién no desea una universidad: robusta, influyente, que aporte propuestas y soluciones reales a algunas de las variadas problemáticas sociales y del conocimiento. O preguntar igual acerca de quién la desea débil, estigmatizada e incapaz de hacer los aportes que se esperan y que está por demás compelida a hacer. Naturalmente si debe reaccionarse o no ante cualquier situación que la ponga en peligro es otra obviedad.
Alrededor del ideal de Universidad los acuerdos básicos respecto a infraestructura, docencia, proyección social, ambientes de enseñanza, estímulos, etc., es de esperar, no deben exigir mayor esfuerzo. Por tanto vale mejor plantear algunos elementos en los que el diario discurrir de la vida universitaria evidencia contradicciones fundamentales.
Estas apreciaciones no son de ánimo pontificador, más bien están dirigidas a hacer parte de las diversas lecturas propias y necesarias en una institución como la nuestra. La verdad revelada, el mesianismo político, eliminan la autonomía y atentan contra la dignidad.
En la Universidad por su esencia no deben permitirse dogmatismos, fundamentalismos o lo propio de viejas tradiciones maniqueas en el cual la división entre elegidos, no elegidos, las posiciones de la indiferencia y los simples y ocasionales oyentes se hacían taxativas y excluyentes, sin siquiera intentar acuerdos mínimos en nuestra geografía de diversidades.
La interpretación única, además de con certeza ser insuficiente, no puede ser impuesta, cualquier acción de fuerza física de unos sobre otros no puede ser bienvenida, ni justificada. En la Universidad esgrimir un derecho no faculta para pasar por encima del derecho de otros, asistir a clases, para poner el ejemplo más candente, es un derecho por lo menos igual al de la movilización y asistir a las primeras nopuede interpretarse ligeramente y de forma irrespetuosa como ausencia de pensamiento crítico o compromiso. La Universidad es tal si está abierta y es diversa, la universidad es tal si no se acalla ninguna voz, ni se intimida. La Universidad sino gradúa a nadie, sino satisface y crea realidades, sino honra compromisos, no se realiza, todo ello sin perjuicio del obligado desarrollo y ejercicio de la capacidad crítica y de análisis. Pese a la diversidad, la universidad no es el sitio para promover ideologías y menos afiliaciones partidistas o tipos específicos de fe, tampoco para promover el odio y el rencor.
En la Universidad debe prevalecer el interés general sobre el particular. Ante la Universidad no se puede actuar a nivel exclusivo del usufructúo sino también a nivel de una relación equitativa, ante la Universidad igualmente se impone el dar, se hace indispensable aparejar al lado de los derechos algunos deberes.
Las primeras víctimas de todos los movimientos que se dan y seguirán dando en nuestro interior no pueden ser los valores, la cultura, el disenso o las instalaciones; los movimientos de la universidad deben sumar no restar, deben convocar saberes no eliminarlos.
Colombia está fatigada de violencia, eso tal vez explique el porqué en cuanto ella ocurre la respuesta en nuestra institución es irse, los bloqueos desocupan la Universidad la vacían de pertenencia y de sentido, los tropeles espantan a la comunidad, la intimidación deja solo al que intimida.
En el juego de poder presente en estas dinámicas la manipulación para satisfacer los intereses de unos pocos debe ser develada y evitada, manipular es apetecido y la academia no está blindada ante tal amenaza. No es admisible caer en el populismo defendiendo la democracia o en la exclusión defendiendo la inclusión; las promovidas revoluciones sino conducen a un lugar diferente y mejor no son tales, terminar en una situación similar o peor de la que se tenía anteriormente es una regresión.
En tal sentido urge una autentica revolución en la Universidad.
JOSE ALFONSO MARTIN REYES Decano Facultad de Educación Física Representante de Directivas Académicas ante Consejo Superior
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